En el norte de Argentina, donde vivo, es notoria la división que existe entre el periodismo tradicional y el 2.0, tanto así que incluso hoy en día muchas de las más grandes empresas de medios de la zona utilizan internet únicamente como una réplica para el contenido escrito o audiovisual que producen, sin dotarlo de valor agregado.
Incluso peor, sitios web de noticias que siguen basando su oferta en la tradicional estructura de textos más fotografía. La generación de contenido multimedia y la inserción de videos o audios, siquiera el vínculo a otras noticias externas es escaso, por no decir inexistente.
No dudo del potencial que mis colegas (sobre todos los nacidos desde los 80s a esta parte) tienen para -generar contenido periodístico acorde a las nuevas demandas. Sí dudo de la visión de los dueños de empresas o posibles inversores y patrocinantes para apostar a este nuevo escenario.
Pasado y futuro
El gusto y las costumbres de las personas, sobre todo de los futuros consumidores de información, está cambiando o ya lo ha hecho, incluso en regiones que están varios escalones por debajo del boom tecnológico, como el NEA argentino. De allí la necesidad de repensar "hacia dónde vamos" y comenzar a urdir lo que será el abanico de medios digitales (y su calidad) que estaremos obligados a ofrecer en los próximos dos años; aprovechando plenamente las potencialidades de las nuevas tecnologías y la contectividad total a internet.
El precio de no hacerlo será condenar al periodismo a una mera actividad de copia y pegue, rebajada al ostracismo y solamente accedida por un grupo cada vez menor de personas que estarán alejados de la vida 3.0 (aquella en que todo pasa por la internet: desde revisar su red social hasta realizar una operación bancaria, adquirir un ticket de colectivo, reservar su plaza de estacionamiento o ver películas ondemand) a contramano del resto de la sociedad glocal.
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